Visitar una cascada o un río debería ser un acto de contemplación o de veneración. Respeto a la naturaleza y al agua. Pero en Colombia por desgracia cada chorro y cada río accesible, está contaminado, tiene su “peaje” (con su mentira ecológica incluida) y se convierte en un bullicioso balneario o basurero. El asunto no es que no vaya la gente sino que lo haga con estricta responsabilidad. Por eso en la naturaleza siempre buscamos un camino lejano para sentir intensamente el silencio. He aquí una excepción (hasta ahora) cercana a Bogotá: El Chorrito de Plata. La bella cascada en el municipio de San Francisco se encuentra oculta entre las montañas en la parte baja del Cerro del Tablazo.
Allí estará en silencio, esperamos que sea por mucho tiempo mas.
Fotografía : https://www.caminantesdelretorno.com