Estamos ahora muy cerca de la ciudad, en un pequeño oasis de silencio que puede frenar la avalancha de ruido. En 1991 ascendimos por primera vez al privilegiado mirador de la ciudad. Es una gran sorpresa que la naturaleza haya sobrevivido a pesar de la permanente intervención de la expansión urbana. Hay varios caminos que se extienden como ejes principales. Como el que va desde Monserrate hasta la calle 90. Aunque cada vez esta mas restringido el paso tanto por la inseguridad de la delincuencia común como por esta otra clase de ladrones de cuello blanco que con mil artimañas jurídicas nos hacen creer que los cerros deben ser propiedad exclusiva de los grandes capitales. Es la gran manipulación de historias, tramites y registros para favorecer intereses claramente usurpadores de espacios públicos.